El Espíritu es el Espíritu Santo, ya que tiene el carácter de Dios. Como la marca característica de la era neotestamentaria es que el Espíritu Santo mora en aquellos que pertenecen al pueblo de Dios, ellos también llegarán a ser santos. En tercer lugar, aparece la respuesta que el creyente da a la iniciativa de Dios de acercarse a él: la respuesta es la obediencia. Esta obediencia es, claramente, el concepto paulino de «obedecer el Evangelio» (Ro. 10:16) o «a Cristo» (2 Co. 10:5), una obediencia
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